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TIENEN UN DON

Siempre he admirado a aquellas personas que te ayudan sin hacerte sentir que no puedes; que te aconsejan sin siquiera pedirles consejo; que están siempre que les necesitas y no sabes cómo saben que les necesitas; que te hacen sentir que puedes, que tienes, que sabes, que vales sin decírtelo, sin nombrarlo, sin apenas hablarlo.

Creo que son personas de buen gusto en su quehacer relacional; creo que saben que la humildad es más interesante y necesaria que la arrogancia del saber o la omnipotencia del poder.

Creo que saben y experimentan la fortaleza de las debilidades porque ellas han pasado, primero, por estas y se han recuperado del roto, de la herida, del llanto.

 

Creo que saben experimentar la vida con sus dolores y pesares y luego ponen a tu disposición su humilde experiencia y su más tierna intención de acompañarte.

Sin pretender, sin exigir, sin imponer.

Qué lujo saber estar en el otro enredándose y entremezclándose entre sus pensamientos y emociones y sabiendo acompañarle en su camino siempre desde una actitud discreta pero reflexiva; prudente a la vez que cuestionadora; tranquila a la par que motivadora.

Son un regalo de personas que saben cuidarte desde la distancia que exige toda ayuda y todo proceso de crecimiento; que saben estar sin reclamar, que saben dar sin ofender y saben, sobre todo, iluminar tus sombras y tus oscuridades.

A veces, desde nuestra posición de madre, compañeras, amigas, hijas o hermanas podemos sentir cierta exigencia a cuidar del otro, a darle la mejor opinión, la mejor compañía, la mejor conversación , la mejor tarde de verano o el mejor desayuno de invierno.

A veces, reclamadas por el género femenino y por todo lo que se deposita culturalmente en él, sabiduría emocional, estabilidad personal, inteligencia en los cuidados o experiencia en la búsqueda de soluciones vitales queda reducida a la más mínima expresión la espontaneidad del deseo, el deseo de estar por el otro y de entremezclarnos o no, en las dudas del vivir.

En una sociedad llena de tópicos y de estigmas que alimentan con devoción la diferenciación de cuidados según el género humano resulta halagador y reconfortante hallar en el camino a personas que saben de humildad, generosidad, calidez y humanidad.

Dejarte abrazar por ellas es todo un regalo para el alma; la tuya y la de ellos.

Porque si algo están descubriendo estas nuevas masculinidades o estas nuevas actitudes vitales de muchos hombres es que enzarzarse emocionalmente con el otro, favorecer la cadena humana de contenciones vitales, tejer entre todos redes de solidaridad que sostengan a unos y a otras, nos cuidan, curan y protegen a la vez, de males endémicos estructurados y estructurales peores que los de la pandemia actual.

Nos protege a unos y otros de males endémicos como la soledad, el individualismo, la tristeza, la rabia, el odio, la desconfianza, las actitudes radicales, los posicionamientos rígidos y las verdades absolutas, etc

Desde mi experiencia personal y también laboral es interesante ver y observar cómo se esponjan actitudes humanas rígidas y bien fundamentadas sobre temas como la vulnerabilidad, la vejez, la salud mental, o el sufrimiento humano cuando invitas al escenario de la vida a la duda, a la tristeza, a la impotencia o a la necesidad de ayuda y de ser ayudado.

Cuando invitas a la vida  a la vulnerabilidad humana y a la fragilidad que tanto nos caracteriza.

Pues sí, estas personas que hacen de la humildad, la discreción, el respeto y la ayuda su “estado” de vida, creo que tienen un don.

Y rodearte de ellas, de su abrazo y su mirada relacional es un lujo que debemos aprovechar. Es un regalo de vida que hay que “cortar, pegar, escanear, ampliar “ y desear que nunca se acaben y siempre quieran seguir a nuestro lado.

Gracias a las personas con “don” que nos acompañan en nuestras vidas haciéndolas más amables y transitables.

Feliz dia !!

Barcelona 28 de julio 2021……a puntito de vacaciones de verdad !!!

 

 

 

 

 

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