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PERDER MIEDOS Y GANAR CONFIANZA

Y hay que hacerlo solos y con sentido común.Y me referiré a los adolescentes y jóvenes que durante esta pandemia han sido olvidados por políticas sanitarias, educativas, laborales y de ocio y cultura.

Quizás la edad, la juventud o que el drama sanitario focalizaba su atención hacia las personas mayores, sanitarios y profesionales esenciales ha hecho que estas franjas de edad quedaran confinadas anónimamente en sus habitaciones.

Escuelas cerradas, universidades cerradas, ciclos medios cerrados, equipamientos deportivos frecuentados diariamente por los jóvenes aplazan su apertura a otoño , bares y salas musicales que les acogen en su divertimiento han quedado sin vida. Cerrados, blindados, confinados por unos meses sin saber cuando abrirán.

Rápidos y ávidos como son los adolescentes y jóvenes curiosos, movidos, interesados por sus estudios, sus faenas esporádicas y sus proyectos de futuro han recibido una sola orden de confinamiento: “Quédense en casa”.

Y rápidamente, como les caracteriza a los adolescentes y jóvenes ávidos en el uso de las redes sociales y plataformas digitales, han reconvertido su desenfrenado día a día, en un día a día telemático, virtual, on-line en el que pasan de pantalla a pantalla, de Zoom a Skipe a Play, a Tic-Toc pasando por Google-meet , WhatsApp, You Tube o Instagram ¡

Exámenes on-line, clases virtuales, exigencias presenciales, dificultades telemáticas y de aprendizaje, informaciones sanitarias que nadie como los jóvenes valoran, interpretan, rechazan o banalizan según la seriedad de sus informantes.

Todos, universidades y escuelas se han reconvertido a marchas forzadas; profesores que se han visto en una carrera de obstáculos digitales que han tenido que ganar y aprobar poniendo fin a las etapas analógicas propias de tiempos ya, totalmente pasados.

Adolescentes y jóvenes que rápidamente y sin más problemas que los de disponer Smarphones o ordenadores personales para cada miembro de la familia, se han adaptado con más o menos dificultades a la nueva fórmula de formación académica virtual.

Pero dónde quedan sus sentimientos y necesidades individuales y personales. Acostumbrados diariamente a la búsqueda del abrazo social que les une y les aúna en sus actividades formativas, deportivas y laborales han quedado huérfanos de este abrazo caluroso y copioso propio de adolescentes y jóvenes. Nadie como ellos y ellas se entrelazan continuamente entre achuchones, caricias y compañía.

La comunicación ha quedado relegada a emoticones que se envían de pantalla a pantalla; a largos audios que sustituyen sus inacabables conversaciones entre compañeros y a juegos on-line que les permiten desbloquear cierta energía acumulada.

Y la falta, la carencia, la inexistencia de relación social ha hecho aparecer la desidia, la tristeza, el aburrimiento y la preocupación por sus familias.

Ertos, Ertes y posibles Eres los jóvenes sufren por la situación económica y familiar en la que hayan podido quedar sus familiares. Situación que afecta de lleno e impacta profundamente en sus planes de vida, llenos de ilusión y propósitos para su futuro juvenil.

Y ahora en la desescalada están esperando, sedientos de cariño, confianza y amor a que abran sus espacios de vida: escuelas, universidades, posibilidad de viajar en verano con tranquilidad de no contagiar a sus abuelos o padres mayores.

Y es que la culpa, la responsabilidad, la exigencia de hacerlo bien , el temor a contagiarse y contagiar a sus seres queridos está presente en adolescentes y jóvenes ansiosos por retomar un normalidad todavía lejana.

Nadie como ellos, vectores de contagio pero sin mucho peligro comprobado hasta ahora, de contraer la enfermedad tienen que ir ganando confianza a miedos y temores aparecidos sin contraste alguno a los miedos conocidos.

Una pandemia sin precedentes históricos ha invitado a jóvenes que no entraban en casa, a encerrarse en su refugio; en su habitación. Y desde ésta ir asumiendo las contradictorias y confusas pautas para ir ganando cuotas de libertad confinada por el Gobierno.

Un ejercicio de dominio y gestión precisa y minuciosa de las emociones, desatadas y desbordadas en la época juvenil, que chicos y chicas se han visto obligados a realizar.

Algunos con mayor índice de ansiedad o intranquilidad, otros desde la desidia, la apatía y la tristeza, los menos desde la irritabilidad o el rechazo que produce la autoridad y la obligatoriedad de las normas impuestas.

Poco a poco tendrán que ir ganado confianza a sus propias conductas que les muestren y demuestren que pueden volver a sus actividad diaria, a sus relaciones cotidianas y a sus hobbies y deportes favoritos sin el miedo a contagiarse ni ser vector de contagio de sus seres queridos.

Amigos que deciden no abrazarse, inhibiendo la reacción más humana y sincera de estimar al otro entre sus brazos; acoger al otro, el otro que nos hace humanos, tiernos, queridos y deseados.

Inhibir la ternura, la alegría de celebrar la existencia de vida ante la malignidad letal de un bicho microscópico que de repente, recuerda a los jóvenes lo vulnerable que somos, merodea la muerte ajena y el pesar sostenido de la culpa al contagio.

Ganemos confianza con el respeto al otro, el cuidado al otro, la prudencia y la racionalización de la información recibida. Ganemos confianza con la confianza absoluta en los jóvenes que, con mascarilla o sin ella temen, sienten, se acongojan, desconfían y lloran.

También ellos y ellas deben ganar confianza en los otros, en sus acciones, en sus abrazos, en sus reacciones, en el buen comportamiento de la ciudadanía que les envuelve y les rodea. Deben ganar confianza en las medidas de protección social y económica que aprueben los diferentes gobiernos que eviten o atenúen posibles procesos de empobrecimiento económico de su unidad familiar.

Miedos y culpas aparecen ante cada fase de desescalada, ante la posibilidad de probar nuevas acciones, atreverse a ir más lejos y a retomar la vida social y de relaciones truncadas. Vectores de contagio, los jóvenes aparecen en esta pandemia como una población invisible pero responsables del buen funcionamiento del proceso de desescalada.

Confiemos en ellos y ellas, jóvenes que merecen nuestro respeto, confianza y protección ¡

4 mayo 2020

 

 

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