Articulos

LO SOCIAL Y LO COMUNITARIO Y SUS EFECTOS TERAPÉUTICOS

En esta crisis sanitaria, social y económica lo social y comunitario ha pasado a tener unos grandes efectos terapéuticos y beneficiosos.
Si siempre he pensado que el poder del vínculo y del buen trato, son tan importantes como una buena farmacologia, ahora después del desastre social y relacional provocado por el maldito virus, tenemos que hablar más que nunca de cómo lo social, lo relacional y lo comunitario tienen un gran efecto sobre cada sujeto y sobre la comunidad..

Tal y como dice José Leal en el artículo publicado en Catalunyapress, El cuidado de la humanidad,

“Ojalá hayamos aprendido que la primera necesidad humana no es la cobertura de las necesidades fisiológicas  sino la existencia de un otro que las procure con esmero. (*) Que la fantasía de invulnerabilidad nos desprotege y que reconocerla no es una  fragilidad sino una fortaleza porque nos predispone a la responsabilidad y al cuidado de sí y, consecuentemente, de los otros. Que sentirse vulnerable, saberse vulnerado,  no es una razón para la vergüenza, ni para el miedo, ni para el decaimiento, ni para el estigma sino, muy al contrario, es condición para la construcción de una ética de la responsabilidad. Ésta es  la que nos permite  hacer un equilibrio adecuado cuando es necesaria una limitación de nuestra libertad ante la necesidad de velar por el cuidado de lo que es común y necesita ser especialmente protegido.”

Encuentro fascinante como describe la necesidad del otro, la fragilidad básica del ser humano, como lo es también, la confianza básica de la que nos habla Bolwy en sus teorías sobre el “apego”, sobre la relación temprana del bebé con la madre y luego con el padre y los terceros.
Y es que, es en este margen entre la confianza y la vulnerabilidad donde situamos el impacto de nuestra intervención desde lo social y lo comunitario. Y utilizo conscientemente el pronombre neutro “lo” porque parece que en nuestra sociedad lo que no tiene género, ni femenino ni masculino, parece que no exista o que esté constituido y conformado desde lo negativo. O sea, desde lo que no pertenece a otros conceptos básicos del Estado del Bienestar.Todo aquello que no es médico, ni educativo, ni judicial, ni económico, aquello que no es todo esto, es lo social, lo relacional y lo comunitario.

Y es que Carmen, una chica de 52 años con esquizofrenia y cierto deterioro intelectual por el poco estimulada que estuvo durante su infancia nos lo explica claramente: “Me habéis dado tanto! que sin vosotras no soy nadie! ” y ¿qué creéis que le hemos dado o qué ha sentido ella que le hemos transmitido durante estos 10 años que hace que la atendemos en los diferentes servicios de la Fundación SMC?

Mirarla !!

Verla ¡!! Reconocerla ¡!! y detectar por un lado, sus necesidades individuales y familiares y por el otro, mostrarle y devolverle sus potencialidades y habilidades personales y familiares. Le ofrecimos inicialmente el servicio de atención a domicilio porque su padre, que acababa de enviudar, no se manejaba muy bien con las tareas del hogar; le ofrecimos el servicio de respiro porque Carmen y su padre tenían un estilo de convivencia que les ponía muy nerviosos si pasaban juntos todo el fin de semana.

Pero además de todos estos servicios  que le ofrecimos,  Carmen sintió que le ofreciamos un intangible poderoso:  “reconocimiento”. Y con él, el respeto a sus dificultades, al tiempo que cada cual necesita para el cambio, a su alta e intensa necesidad de hacerse presente en nuestras vidas profesionales, a la admiración por los logros que iba consiguiendo y a la consolidación del vínculo establecido con los profesionales.

Vínculo y relaciones asistenciales que supervisando a diferentes equipos y personas que pertenecen a diferentes instituciones, me doy cuenta que es muy frecuente que las organizaciones, a veces, tengan encargos administrativos y económicos que van más allá del encargo de atender a las personas. Hay organizaciones que atienden el sufrimiento del otro, hay organizaciones que lo enquistan. Hay organizaciones que alegando cuidar a la persona, descuidan al profesional que tienen contratado. Y es que cuidar al que cuida, es mostrar que el cuidado de lo que nos hace común, es importante y necesario.

Y es que también a las organizaciones les da vergüenza sentirse vulnerables y vulneradas y ante situaciones sociales y sanitarias como la que estamos viviendo, prefieren defenderse tras protocolos y normas rígidas de obligado cumplimiento, más allá de hacerse cargo de la dificultad de llegar al otro, cuidarlo y atenderlo.

Mascarilla, guantes, termómetros que parecen armas blancas, metros de distancia y con los ánimos doblegados en el bolsillo de la ropa que, al llegar a casa tendrán que lavar con agua a 60ºC, son las nuevas herramientas de la antagónica “nueva” realidad.

Y el teletrabajo combinado con la presencialidad.

Si no hemos establecido previamente una relación de confianza con la persona atendida, tenemos gran dificultad para llegar al otro creando un ambiente de intimidad y confidencialidad. Los profesionales de la atención directa estamos acostumbrados al “directo”, a la espontaneidad, a la improvisación en la relación,  a tejer entrevistas en un ambiente de confort, a dar y a ofrecer buen trato, trato humano, cercano, individualizado y personalizado

Y es que el profesional, también ha sufrido el impacto de saberse vulnerable ante un mal bicho que, nos ha encarcelado en los domicilios y que perpetrados desde ellos, nos ha obligado a mirar hacia el exterior, telemáticamente o presencialmente, desplegando todas nuestras habilidades de seducción relacional.

Huérfanos de herramientas y saberes profesionales aptos para teleatender desde la distancia hemos tenido que silenciar las teorías y los conocimientos metodológicos y volver a confiar en los saberes comunes, en los saberes profanos. Volver a confiar en la fuerza del deseo para continuar estando conectados, en la fuerza del deseo para continuar interesados ​​por el otro, en la fuerza del deseo para no entrar en un Erto y seguir demostrando que a pesar del confinamiento seguíamos trabajando.

Desnudos de marcos teóricos válidos y profundamente afectados por el impacto de un ser microscópico pero letal, por la falta de reacción de los gobiernos de los diferentes países por los que esta criatura ha visitado y por la fragilidad total que ha demostrado la ciencia. En ella, los humanos depositamos el saber total y totalitario y le reclamamos la respuesta a cualquiera de nuestras dudas, y en el caso de la Covid-19, la ciencia no ha tenido respuesta, ni una, ni clara, ni segura. Y por lo tanto ha transmitido inseguridad, miedo y pánico a toda la sociedad. Desde los que se han perpretado en mansiones de 1000m2 hasta los “sin techo”. A todos.

En situaciones así,en las guerras, devastaciones naturales y pandémicas sólo queda un refugio, único pero seguro, como narra Victor Frankl: el ser humano. Su calor, la comprensión del otro, el cuidado de uno y de los que tenemos al lado, de la mirada del otro, la llamada del otro, el miedo del otro.

Pero en nuestro pais, no hemos sabido resolver cómo acompañar a nuestros muertos que se han ido solos, sin el calor de la mano que abraza, que despide, que llora y que le duele profundamente la marcha de su ser querido. No hemos sabido resolver cómo dejar salir a niños y jóvenes que confinados calladamente se han ido desconfinando bajo la mirada estigmatizante de los que los veían como vectores de riesgo y contagio. No hemos sabido resolver la vuelta a la escuela y hemos optado por postergarla, sin medir el impacto social y familiar que tiene un hecho básico como este.
Y la catástrofe económica que ha venido a desmantelar este virus la tapamos con la alarmante premonición de una pandemia de trastornos mentales! Curiosamente, nunca como ahora, la salud mental, lo comunitario y lo social han pasado a ser cosa de todos, proclamado, reconocido y apreciado por todos y para todos.
Parece que ahora, sea más habitual entre la comunidad, entre la ciudadanía hablar de la importancia de hacer un proceso de duelo cuando muere un familiar para transitar por él con mejor salud mental. Parece que ahora se hable de la necesidad de proteger la salud mental del personal médico y sanitario que ha visto morir a tanta gente en poco tiempo; ya era hora de que se hable de la necesidad del otro, de la solidaridad entre la gente, de la ayuda altruista, de la generosidad que fortalece  los lazos de cuidado necesario para reconfortarnos ante tanta angustia y sufrimiento global.

Parece ser que ahora, nos damos cuenta de que los efectos de lo social y lo comunitario son tan necesarios, terapéuticos y beneficiosos que salvan vidas humanas, núcleos familiares y comunidades vecinales. Ya era hora !

Barcelona 22 junio 2020

 

Comments are closed.

More in Articulos