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SOLEDADES

La soledad se sabe sola en el mundo de los solos y se pregunta a veces por otras soledades”.

Tal y como escribió el maravilloso Benedetti, la soledad no deja de ser un estado emocional rodeado de cierto desconcierto e incomprensión social.

La frivolidad propia del estado de embriaguez continuado en el que vivimos hace que pasemos de puntillas, muy de puntas, por los momentos de soledad, épocas de soledad, estados de soledad en los que ella, sí, nos acompaña.

Curiosa dualidad la de sabernos acompañados por semejante ente, a veces con pies de elefante que aplasta y no deja respirar, a veces, agasajados por el aleteo de una maravillosa mariposa que sobrevuela corazones enajenados por la soledad.

Programas destinados a acompañarla, financiación económica destinada a rescatarla y vestirla de luces y colores, ministerios nacidos para combatirla, son todas ellas, propuestas interesantes y fantásticas de ser escuchadas y consideradas.

 

Quizás, me da la sensación, que hay cierta incomprensión social respecto a la soledad propia e intrínseca del ser humano y del hechizo del vivir.

Estar solo, sentirse sola, vivir la soledad, transitar por ella es un ejercicio elegante de sinceridad y coherencia con uno mismo, con una misma, con nuestra propia existencia. La soledad, a veces, eternamente desconocida, a veces, frecuentemente visitada nos invita a descubrir la vulnerabilidad más íntima del ser humano.

Siempre compañera de viaje.

Siempre amiga si no duele, siempre celosa de ser entendida si no ruge y se mantiene atemperada entre el deseo de ser vivida y la necesidad de ser entendida. Siempre cuestionada y muchas veces rechazada. Violentada y eternamente deshauciada como la amiga que nos hace bulling interno y eterno.

Y es que estamos tan poco acostumbrados a conectar e interesarnos por el significado de las emociones que, inicialmente, nos pueden resultar desagradables y generadoras de sufrimiento que ante tal paradigma preferimos desconectar, deshauciar y despedirlas al extraradio emocional.

 

Solos o solas, la soledad es como la muerte que nos acompaña siempre hasta la última estación del tren de la vida. Suspirando tras la felicidad, gimiendo tras el deseo, llorando tras la presunción de sentirse plenamente satisfecho, la soledad anuncia la desdicha de la certeza del sujeto.

Anuncia la fragilidad del sujeto, la necesidad irremediable de contacto humano, la necesidad de empatía y la irremediable vivencia del dolor del otro.

Y como dice Benedetti:

…..
sin asideros


sin pretextos

sin abrazos


sin rencores


sin las cosas que unen o separan

y en esa sola manera de estar solo


ni siquiera uno se apiada de uno mismo


…….

Ni siquiera hay piedad al sentirse solo y acompañado de tanta soledad, ni siquiera hay tiempo cuando la soledad ensordece las tardes vacías de relación, amor o amistad. Abrazándose sin más intención que el contacto humano, mirándose sin más razón que el encuentro con el otro, queriéndose sin más motivo que la sinrazón del desamor.

Solos, nos acompaña siempre la soledad, eterna amiga de pasados y presentes.

Bienvenida soledad a nuestras vidas con el fin de transitarla, conocerla, acompañarla, quererla, sacarla a pasear con amor y pasión por el vivir, el querer y el sentir.

Barcelona, 2 Enero 2022

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