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NI NOVIOS DE FIN DE SEMANA

Ni novios de fin de semana, ni amigas conocidas en un viaje, ni cafés de mediodía, ni comidas de trabajo, ni navidades en familia, ni celebraciones de aniversarios en la intimidad.

Nada.

Y debemos hacernos responsables de no aumentar los contagios disminuyendo los contactos personales. Responsabilidad y culpa en la ciudadanía. Obligatoriedad y represión en las recomendaciones.

Estados de alarma eternos, pérdida de libertades y derechos camuflados en una grave pandemia mundial. Grave índice de paro del que nos recuperaremos ahogándonos en prestaciones públicas, Ertes y rendas básicas universales.

Y parece que la nueva situación social y económica se impone sin precedentes; sin marcha atrás y a destajo presentando el trabajo a distancia, la educación a distancia, el cuidado de la salud a distancia y la socialización de nuestros niños y niñas, adolescentes y jóvenes a distancia como la mejor solución al problema.

Y lo que más me preocupa es que aleja a la población del pensamiento crítico, reflexivo, cuestionador del problema y la sitúa en la pasividad del que por miedo, culpa y pánico, obedece y se somete.

A distancia, podemos aprender, pero no apasionarnos por el saber.

Porque esto lo transmite el maestro o la docente con su tono de voz, su mirada curiosa, su pasión por los jóvenes y por la transmisión del conocimiento y de la curiosidad por aprender.

En mis años como profesora de universidad tuve la ocasión de conectar con unos jóvenes interesados por la futura profesión del Trabajo Social que cuestionaban problemas éticos y filosóficos y otros, que tras la ilusión de obtener el aprobado, presenciaban las clases y escuchaban con atención pero sin ninguna intención.

Si cada lunes, que tenia clase, conseguía cuestionar tan solo a uno de esos alumnos que bostezaban sin interés, me daba por satisfecha. Si conseguía que tan solo una alumna me cuestionara el porqué de mis explicaciones , me daba por satisfecha. Si conseguía hacer temblar sus arrogantes certezas vitales, me daba por satisfecha.

Y es que la pasión por el cocimiento, por el aprendizaje y por transmitir la duda y la curiosidad se transmite con la presencia, en la presencia y gracias a la presencia de uno y del otro. De una y de la otra.

Lo mismo ocurre con el cuidado de la salud.

Gracias a mi profesión he experimentado momentos mágicos en las entrevistas con pacientes. Momentos en los que experimentas realmente cómo el otro se siente verdaderamente entendido, ayudado y en conexión contigo. Momentos en los que percibes, visiblemente emocionada, cómo aquella madre entiende qué le pasa a su hijo o qué le pasa a ella misma.

Y es gracias a la presencia, a partir de la cual trasmites la intención del cuidado del otro. De la escucha respetuosa del otro y de la comprensión atenta del sufrimiento de aquella persona.

Y qué decir de nuestros adolescentes y jóvenes a los que se les ha sesgado, notoriamente, la espontaneidad en sus relaciones de amistad; espontaneidad y energía que vienen a definir esta etapa de la vida. Han quedado huérfanos de espacios académicos, universitarios, deportivos, lúdicos, festivos, musicales y culturales. Espacios necesarios para su maduración y crecimiento personal, relacional y social.

Y qué decir de los novios y novias de fin de semana, donde la pasión se transmite en la proximidad del encuentro, en la novedad por el encuentro y donde la intimidad y la seducción orquestan la harmonía de ese encuentro.

Espero y deseo, apasionadamente, que con el paso de los meses conozcamos mejor los efectos del virus que ha venido a imponer distancia física entre nosotros; se relajen las medidas de seguridad, dejen de castigarnos con confinamientos que no aseguran el descenso de contagios, propongan nuevas medidas de creación de empleo, encuentren sanitarios donde dicen que no hay y descubran tratamientos eficaces que bloqueen al maldito virus.

Se active , de nuevo, la economía con nuevas propuestas de trabajo, nuevos vectores de crecimiento económico, nuevas estrategias de desarrollo empresarial pero que se active el motor económico del país.

En el día de Todos los Santos, habiendo recordado a nuestros difuntos ancestros creo que es de recibo entender que estamos enterrando viejas maneras de hacer, viejas maneras de entender el mundo, viejas formas de relación para descubrir a partir de esta crisis social, demográfica, económica, política y sanitaria nuevas maneras de habitar nuestra madre Tierra.

Aprendamos pues, a mantener aquellos aspectos positivos que viene a ofrecernos el “hacer cosas “ a distancia, combinado con la necesidad evidente de la presencia efectiva y afectiva del ser humano y que sigamos confiando y apostando en que tan solo nosotros, con nuestra presencia y proximidad, podemos impregnar de humildad, ternura, calor, amor y color nuestras relaciones personales y sociales.

Y que el estado de alarma mantenga en una alarma constante a los gobiernos, que les haga titubear y cuestionar su poder y su capacidad real de trabajar, por y para la polis a la que representan.

Feliz día de Todos los Santos ¡

Barcelona, 1 noviembre 2020

 

 

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